Tierra quemada: El ocaso del mundo rural.
____________________________________________________________
Durante las últimas décadas, la estrategia capitalista seguida en el mundo rural español ha comportado un éxodo poblacional a la ciudad causado por el cierre de las minas, así como por el desincentivo de la ganadería y de la agricultura (con el pago por viña u olivar arrancado, cuyo más reciente ejemplo lo encontramos en la Ley del Impuesto de Sociedades, en la cual se recogen exenciones a ayudas de la Política Agraria Común (PAC) por abandono de cultivos y arranque de plantaciones, ayudas económicas existentes desde 2004 que este año se amplían.)(1)
Resumen del artículo publicado en El Viejo Topo, en noviembre de 2023. Título original: Tierra quemada: El ocaso del mundo rural.
Autora: Cynthia Duque Ordoñez.
El liberalismo europeo no quiere un sector primario puntero y desarrollado en España, no quiere naciones soberanas e independientes, por ese motivo descentraliza la producción para localizarla en países periféricos o en desarrollo. De este modo, sin implantar mejoras tecnológicas, explota los recursos naturales y la mano de obra en zonas donde la legislación medioambiental y laboral permite ampliar los beneficios empresariales. Al mismo tiempo se empobrece a los propietarios agrarios (y, por lo general, a quienes viven del campo español), que se ven abocados por la necesidad económica a arrendar o vender sus tierras a precio de saldo a grandes compañías energéticas, para que éstas conviertan nuestros campos de cultivo y montes en desiertos de placas solares y molinos eólicos.
Así pues, parece que las políticas de la UE tratan de destruir el campo patrio mientras se fomenta el desarrollo del foráneo, ( Nuestro vecino Marruecos ha recibido subvenciones de la UE para mejorar sus regadíos y construir embalses, depuradoras y desaladoras, a pesar de tener un clima mucho más árido que el español) para a continuación, importar matrias primas de países periféricos con escasa o nula regulación y control fitosanitario. La explicación la encontramos en los postulados sobre el desarraigo y la destrucción de las formas de cultura vinculadas a la tierra. Los jóvenes que se mudan a las grandes ciudades en búsqueda de oportunidades acaban compartiendo piso buena parte de su vida, incapaces de formar familias, mientras que la población que se queda en los entornos rurales acaba dependiendo de unos subsidios estatales que contribuyen a restar autonomía para la protesta social. En ambos casos, el resultado es el empobrecimiento de la población nacional.
En paralelo a lo anterior, se está produciendo un acaparamiento de tierra fértil por parte de grandes multinacionales y magnates occidentales. Las tierras ya no son aprovechadas para fines alimenticios, pues el uso agrícola empieza a ser reemplazado por desiertos de placas solares y molinos eólicos con los que dotar de capacidad productiva a la transición energética impulsada por la Unión Europea. Porque la instalación de las fuentes de energía renovable más empeadas requiere de grandes extensiones de suelo. Y mientras esto pasa en España, un país que ofrece sol y viento en cantidad abundante, es cosa de los países en desarrollo prorveer de alimentos con reducidos costes laborales y sanitarios, contaminando los suelos y las aguas por la utilización de sustancias químicas prohibidas en Occidente, y por la nula preocupación por el tratamiento de los residuos.
Las relaciones comerciales internacionales se asientan en una situación de partida asimétrica que se acrecienta a cada nuevo intercambio: por un lado, se importan materias primas de bajo valor agregado procedentes de países en desarrollo, y, por otro lado, se exportan productos manufacturados de alto valor agregado. A medida que esta relación se mantiene, la brecha de desigualdad se consolida y se ensancha: los países de la metrópoli se fortalecen, invirtiendo los beneficios de la exportación de los productos tecnológicos y manufacturados en mejorar sus infraestructuras, mientras que los países productores se empobrecen.
El mundo rural se descompone. El documento España 2050. Fundamentos y propuesta para una Estrategia Nacional de Largo Plazo asegura que, para ese año, la España rural perderá la mitad de sus habitantes actuales. A raíz de tal afirmación debemos preguntar quién realiza el augurio y qué persigue. Es una propuesta del Gobierno de España, y no expresa una realidad necesaria, sino sus deseos de destrucción del sector primario (que se sumará a la ya consumada destrucción de la industria pesada) y de la cohesión territorial. España 2050 es un conjunto de propuestas estratégicas orientadas a presentar como imperativos positivos aspectos que deberían estar sometidos a discusión pública.
Según el documento España 2050, "España tendrá que aumentar la resiliencia de las explotaciones agrícolas para que puedan adaptarse mejor al cambio climático y el déficit hídrico, y recuperarse más rápidamente de situaciones adversas como las sequías. Para ello, habrá que fomentar la transformación de los cultivos y los sistemas de producción, mejorar la formación de la gestión agrícola, y crear los mecanismos financieros y de gobernanza adecuados....."
(1) El viernes 12 de mayo de 2023 el BOE publicaba la modificación de la Ley 27/2014, del impuesto sobre Sociedades en concepto de ayudas de la política agraria común y en virtud de la cual se subvencionaba el abandono definitivo del cultivo del viñedo, arranque de manzanos, plataneras, abandono de la producción lechera, abandono definitov del cultivo de peras, melocotones y nectarinas o arranque sus plantaciones y abandono definitivo del cultivo de remolacha azucarera y de la caña de azúcar (letra a) del apartado 1 de la disposisión adicional tercera. Encontramos las mismas exenciones en la liquidación del IRPF desde 2006.