Sobre Milei, la forma y el fondo
Tras la victoria de Javier Milei en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales argentinas el pasado domingo 19 de noviembre, dos niveles de análisis se imponen; el del fondo, es decir, sus propuestas políticas, y el de la forma, su escenografía para lograr el éxito electoral.
Respecto al fondo de sus propuestas políticas, son ya de todos conocidas por haber sido anunciadas, el llamado anarcocapitalismo: eliminación de diez ministerios y del Banco Central, dolarización de la economía, privatizaciones de YPF o las televisiones públicas, de la sanidad o de la educación… Los medios, tanto si simpatizan como si no, han presentado su proyecto político como “inédito”, “salto al vacío” o “sin precedentes”.
Mi opinión personal es que Milei será, sencillamente, otro gobierno neoliberal más, nada fuera de lo habitual. Sus berridos y radicalismos son solo el nuevo método, hoy dominante, de lograr levantar ilusiones de ruptura en poblaciones indignadas (veremos esto en el análisis de la forma, más adelante), pero sin ninguna definición ideológica.
Lo sabemos en Europa, parecía que venía el fascismo con Georgia Meloni en Italia o el caos del Brexit con Boris Johnson, y simplemente son gobiernos neoliberales, fieles a los poderes financieros, a Estados Unidos y a la OTAN. Igual fuera de Europa, cuando parecía que venía la guerra mundial con Trump al frente de la Casa Blanca, y no resultó más militarmente agresivo ni privatizador que ahora Biden, que está terminando el muro con México. Ninguno de todos ellos hizo algo diferente de neoliberalismo.
Milei no dolarizará la economía porque para eso debe reestructurar todo su sistema financiero y, otro detalle, debe tener dólares para reemplazar los pesos existentes. El propio Milei ha dicho que necesita 35.000 millones de dólares para hacerlo, mal comienzo para el ahorro público que promete. En cualquier caso, de la dolarización de facto ya se encarga el neoliberalismo cuando se abandona la soberanía financiera y su destino se liga a la divisa estadounidense.
Sobre la eliminación de diez ministerios es sencillamente inviable durante un mandato. ¿Alguien se imagina el despido de los miles de funcionarios de esos ministerios? Por ejemplo, su cierre del ministerio de Educación dice que se hará dando cheques educativos a los padres para que elijan a qué colegio enviar a sus hijos, pero no hay colegios privados para todos ellos, tampoco hay razón para pensar que eso es más barato que los colegios públicos y, por último, olvida que la educación depende por ley de los gobiernos provinciales.
El Banco Central tampoco lo puede cerrar, ni aunque dolarizase la economía, los banco centrales se dedican a algo más que a imprimir billetes, como denuncia Milei, son la autoridad que regula el funcionamiento de los bancos del país.
Otra privatización que ha anunciado Milei es la de la petrolera YPF, pero ya ha aclarado que primero hay que recomponerla y, en cualquier caso, no sería nada excepcional. No hay que anunciarse muy anarcocapitalista para hacerlo, en España eso lo hizo un gobierno socialista en los ochenta cuando privatizaron Repsol. También anuncia la privatización de la televisión pública, algo que han hecho siempre los gobiernos neoliberales latinoamericanos y que, cada dos por tres, anuncian en España los gobiernos autonómicos de derechas con su televisión autonómica.
Sabemos que sus primeros viajes internacionales serán a Estados Unidos e Israel. Ninguna novedad para un gobierno neoliberal, visitar primero al patrón del norte, no tiene nada de rupturista.
Las propuestas de Milei necesitarán ser aprobadas por el Congreso, incluso las que ha anunciado que someterá a referéndum primero necesitan el aprobado del Congreso para ser vinculantes.
Milei cuenta con apenas 38 diputados en una cámara de 257 miembros y ocho senadores en un total de 72. Es evidente que su músculo es la derecha tradicional de siempre, la del expresidente Mauricio Macri y la excandidata presidencial Patricia Bullrich, que ya le expresaron su apoyo en esta segunda vuelta y cuyos tecnócratas nutrirán sus puestos de altos cargos y asesores.
Conclusión, Milei no es un loco excéntrico, es la derecha neoliberal de siempre, y no lo digo precisamente para tranquilizar. Por eso le apoyaron los expresidentes de derecha de toda la vida: Mariano Rajoy (España); Mauricio Macri (Argentina); Iván Duque y Andrés Pastrana (Colombia); Felipe Calderón y Vicente Fox (México); Jorge Quiroga (Bolivia); Sebastián Piñera (Chile) y Luis Fortuño (Puerto Rico). Y, por supuesto, el escritor peruano y Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.
Pasemos ahora a las formas. El éxito de los graznidos y berreos de Milei supone descubrir que la derecha, sin haber dejado nunca el poder, es la que está capitalizando el descontento, el discurso de la rebeldía y hasta las formas supuestamente subversivas. Si nos fijamos, baluartes históricos de la izquierda, como la bandera antisistema, la denuncia de los grandes medios de comunicación y el señalamiento de los privilegios de la casta política y la defensa de los descamisados (la gente que madruga, decían en Vox) han pasado a formar parte del discurso de la derecha. Y con ese discurso están llegando al poder.
Y todo ello, sin estructura previa de partido, mediante movimientos de aluvión alumbrados al socaire del encabronamiento ciudadano, Milei lleva en política tan solo dos años. Y Emmanuel Macron creó su partido un año antes de llegar a la presidencia de Francia. Hay que reconocer que llegar a las presidencias mediante movimientos de aluvión no es exclusivo de la derecha, sucedió con Hugo Chávez y Evo Morales.
Otro elemento característico del éxito de las derechas es lograr la popularidad por su papel de showman en medios masivos mientras denuncian al papel de esos mismos medios. Milei triunfó con un programa semanal llamado Demoliendo mitos, desde 2017 a 2022 y como actor de su propia obra de teatro llamada El Consultorio de Milei (2018), Donald Trump en el programa de televisión The Apprentice en la cadena NBC y Zelensky en la serie televisiva Servidor del pueblo, donde él hacía de presidente, y cuyo nombre y decorados utilizó para su campaña electoral y convertir en realidad su papel en la serie.
El fenómeno Milei ha vuelto a confirmar que las redes son patrimonio de la ultraderecha, se vio con Trump primero, luego con Bolsonaro y ahora con el argentino. Lo decía así a la BBC, el influencer de 22 años, Iñaki Gutiérrez, quien se convirtió en su “community manager”: “Conocí a Milei a través de mi novia y me reuní con él para compartirle la idea que tenía… que la campaña del Brexit, en Reino Unido, y la de (el expresidente Donald) Trump en Estados Unidos, se había hecho a través de Facebook, y la de (Jair) Bolsonaro en Brasil fue a través de Instagram, y me pareció que la campaña en Argentina podía ser a través de TikTok”.
Gracias a las redes, el partido de Milei, La Libertad Avanza, pasó de ser un partido minoritario en el Parlamento a liderar el gobierno en espacio de apenas dos años. “Fueron muy importantes porque cuando tenés una campaña con tan poca financiación como la nuestra es importante aprovechar este tipo de herramientas que no cuestan nada y, además, permiten alcanzar a un gran número de personas”, afirmó Gutiérrez.
La ultraderecha se ha apropiado de algo que pareció nacer para los movimientos sociales de la izquierda, como eran las redes sociales e internet, pero también de la generación que, se suponía, era la materia prima de la izquierda, la juventud.
Según las consultoras, la mayoría de quienes votaron por Milei en las primarias y la primera ronda electoral son jóvenes de entre 16 y 29 años. Jóvenes que están indignados por razones obvias: falta de salida laboral, imposibilidad de independizarse, inflación del 140% anual, sensación de que hay una casta política que acapara el poder. Y ausencia de esperanza en la política tradicional. Lo curioso es que los sectores más empobrecidos materialmente no perciben que lo que están viviendo es precisamente el abandono del Estado, es decir, el anarcocapitalismo que les está presentando Milei como alternativa.
Y aquí, el autor de la biografía no autorizada de Milei, Juan Luis González, aporta otro dato: “muchos de los jóvenes que lo siguen se sienten excluidos de las políticas progresistas de los últimos años, como la legalización del aborto y el movimiento feminista y los derechos de las minorías sexuales”. Es decir, asuntos alejados de las condiciones materiales de esos jóvenes.
De ahí que, si la izquierda tradicional les ha fallado, si no poseen cultura organizativa (los movimientos de aluvión mediante internet) y su principal fuente de información son las redes, se convierten en carne de ultraderecha o de cualquiera que les venda ruptura, insultos y encabronamiento.
Cuando desde fuera de Argentina vemos esos vídeos virales de Milei bramando, nos quedamos impresionados de que un personaje así pueda ser el más votado por los ciudadanos de un país. Por eso es bueno aprender de estos fenómenos mediáticos que si bien, como hemos visto al principio, no son tan diferentes de la derecha de siempre en el fondo, saben cuáles son las claves comunicacionales para alcanzar el poder en estos tiempos. Y para más indignación, con los mimbres que creíamos de la izquierda: crítica a los grandes medios, manejo de las redes sociales y apoyo de la juventud.