UE-Mercosur, un acuerdo comercial sellado a sangre y fuego
La selva amazónica arde, la sabana del Cerrado arde, los grandes herbazales del Pantanal arden y el bosque del Gran Chaco arde. A golpe de maquinaría pesada y fuego, la ganadería y el cultivo de soja se expanden por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, los países del Mercosur, una región también denominada la “República de la Soja”. La biodiversidad desaparece, las emisiones de gases de efecto invernadero se disparan y los líderes y defensores de las comunidades indígenas son perseguidos o asesinados.
Mientras, en Europa, Greenpeace Alemania publicó ayer en Trade-Leaks.org una colección de textos filtrados sobre la negociación del Acuerdo de Asociación UE-Mercosur, textos que acompañan al acuerdo de libre comercio entre ambos bloques y que no eran públicos (hasta ayer). ¿Alguna novedad? Ninguna. Pese a las declaraciones de Macron, Merkel y algún otro responsable europeo, el Acuerdo de Asociación UE-Mercosur no establece en ninguna parte condiciones y mecanismos que obliguen a respetar los compromisos para hacer frente a la emergencia climática, proteger la biodiversidad y respetar los derechos humanos.
¿Pacto Verde? ¿Transición Ecológica? ¿Descarbonización de la economía? Si, todo eso está muy bien, pero la peor cara de la globalización neoliberal está en plena ofensiva. Sí, en algún momento parecía que habían abrazado el mainstream del Acuerdo de París, pero ahora no están para bromas, están hablando de cosas serias. Es el momento de hablar de negocios, de lo importante. Desde las instituciones europeas nos piden que dejemos paso a la “Economía”, con mayúsculas.
La Unión Europea lleva 20 años negociando un acuerdo con estos países, el bloque del Mercosur. El objetivo es maximizar el acceso al mercado de la otra parte, y aumentar sus exportaciones. El enfoque de la UE es obtener acceso al mercado para automóviles, accesorios para automóviles, empresas energéticas, bebidas y servicios financieros, entre otros. La UE quiere que se eliminen los impuestos a la exportación y que las empresas europeas tengan acceso a contratación pública, incluidos los contratos con grandes municipios o estados federales. A cambio, los países del Mercosur quieren más acceso al mercado europeo para sus materias primas, carne de vacuno y pollo, soja, azúcar y etanol para biocombustibles, entre otros productos. No importa que la ganadería sea el mayor impulsor de la deforestación en el Amazonas, con el 63% de las áreas deforestadas ocupadas por pastizales.
Los valores de los que gobiernan la Unión Europea son estos, no nos pongamos sentimentales. Por eso el acuerdo ya fue firmado en junio de 2019. Tampoco importó entonces que, bajo la presidencia de Jair Bolsanaro, Brasil haya experimentado un aumento en las violaciones de los derechos humanos, incluidos ataques contra minorías, pueblos indígenas, personas LGTBI y otras comunidades vulnerables. No importa que Bolsonaro siga debilitado la protección de los ecosistemas más sensibles, acusando a los pueblos indígenas de estar detrás de los incendios en la Amazonia, incendios cuyo número volverán a batir este año un triste récord.
Ante esta situación de incendios y violación de los derechos humanos, algunos líderes, algunos partidos y algunos gobiernos de la UE tienen dudas. No es el caso de Pedro Sánchez, un gran valedor de este acuerdo. Por eso, ahora y en el pasado, ha olvidado la larga lista de criterios y condicionantes que su partido estableció en mayo de 2018 cuando el Comité Federal del PSOE aprobó los Principios para los Tratados Comerciales donde establecía su “nueva política sobre comercio y globalización”. En dicho documento, los responsables del PSOE presumían de que el mandato que se daban con estos Principios era, precisamente, utilizar estos elementos como guía y filtro para construir sus posiciones respecto a los tratados comerciales.
Así está la UE. Pensando en abrir las fronteras a la soja, el etanol y la carne de vacuno procedente de la deforestación a cambio de que podamos enviar coches y acceder al sabroso mercado de la contratación y los servicios públicos en estos países.
En lugar de caminar hacia cadenas de suministro más cortas y más sostenibles; en lugar de diseñar modelos agroalimentarios coherentes con el Acuerdo de París, en lugar de hacer racional el comercio internacional de materias primas…el apoyo de la Unión Europea a este acuerdo comercial está ya incentivando la quema de los bosques y el incremento de gases de efecto invernadero. Los negocios son los negocios.