GINEBRA (Suiza), 5 de julio de 2024 - La explotación, la violencia extrema y las violaciones a los derechos humanos que padecen las personas refugiadas y migrantes no cesan ni en el mar ni en las rutas terrestres que recorren a lo largo y ancho del continente africano, para llegar a las costas del mar Mediterráneo. Estos son los hallazgos de un nuevo informe publicado hoy por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Centro para la Migración Mixta (MMC), titulado "En este viaje a nadie le importa si vives o mueres" (segundo volumen). Dado que se estima que son más las personas que cruzan el desierto del Sáhara que el mar Mediterráneo -de hecho, posiblemente el número de personas refugiadas y migrantes que han perdido la vida en el desierto duplica el de muertes en el mar-, el informe resalta los peligros a los que se enfrentan refugiados y migrantes en las rutas terrestres, que se conocen y se han documentado en menor medida. En base a los datos recabados durante tres años, el informe advierte de que ha aumentado el número de personas que han intentado estos peligrosos viajes y, por tanto, han incrementado también los riesgos de protección a los que todas ellas se enfrentan. Esto se debe, en parte, al deterioro de la situación en algunos países de origen y de acogida; por ejemplo, el estallido de nuevos conflictos en el Sahel y en Sudán, el devastador impacto del cambio climático y de los desastres en situaciones de emergencia nuevas y prolongadas en África oriental y el Cuerno de África, así como incidentes de racismo y xenofobia contra personas refugiadas y migrantes. El informe también señala que, cada vez con mayor frecuencia, las personas refugiadas y migrantes atraviesan zonas del continente africano en las que operan grupos insurgentes, milicias y otros agentes criminales. En dichas zonas son comunes la trata de personas, los secuestros extorsivos, el trabajo forzado y la explotación sexual. Por otra parte, mientras tratan de alejarse de zonas de conflicto o de controles fronterizos (sean o no del Estado), estos grupos que operan han modificado algunas de las rutas que se utilizan para el tráfico de personas y que ahora transitan por áreas de difícil acceso, de forma que las personas que se desplazan se exponen a muchos más riesgos. El incontable número de riesgos y abusos de los que han informado las personas refugiadas y migrantes incluye tortura, violencia física, detenciones arbitrarias, muerte, secuestro extorsivo, explotación y violencia sexual, esclavitud, trata de personas, trabajo forzado, extracción de órganos para tráfico, robos, devolución y expulsiones colectivas. Las bandas delictivas y los grupos armados han sido identificados como los principales perpetradores de estas vejaciones, sin embargo, también lo son los cuerpos de seguridad, la policía, el ejército, las guardias fronterizas y los funcionarios de migraciones. En ese sentido, a pesar de los compromisos que, según el derecho internacional, ha asumido la comunidad internacional para salvar vidas y hacer frente a las vulnerabilidades, las tres organizaciones que publican el informe advierten que son insuficientes las acciones que hasta ahora se han emprendido a nivel internacional. En la ruta del Mediterráneo central prevalecen grandes vacíos en la protección y la asistencia, lo cual obliga a las personas refugiadas y migrantes a emprender peligrosas travesías. Además, quienes han sobrevivido a distintas vejaciones rara vez reciben apoyo específico o acceso a la justicia en las rutas. Todo ello se suma a la falta de financiación y las restricciones al acceso de los trabajadores humanitarios, incluso en lugares clave, como los centros clandestinos de detención, que siguen obstaculizando el apoyo a estas personas que se desplazan. Por su parte, ACNUR, OIM, otros socios y varios gobiernos han ampliado el alcance de la asistencia y de los servicios vitales de protección, así como los mecanismos de identificación y canalización en las rutas, pero la labor humanitaria no basta. Las organizaciones instan a que se den respuestas de protección concretas que tengan en cuenta lo que ocurre en las rutas, no solo para salvar vidas y reducir el sufrimiento, sino también para abordar las principales causas del desplazamiento, así como los factores que provocan los movimientos irregulares mediante acciones positivas para consolidar la paz, respetar los derechos humanos, impulsar la gobernanza, acabar con las desigualdades, hacer frente al cambio climático, y promover la cohesión social y la creación de vías regulares para personas refugiadas y migrantes. Todo esto debe ser transversal en los países de origen, asilo, tránsito y destino. En este sentido, las organizaciones esperan que los resultados que presenta el informe permitan orientar acciones que llenen los vacíos actuales en la respuesta a las personas en situación de desplazamiento Informe en inglés: "En este viaje a nadie le preocupa si vives o mueres"
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