Miércoles, 8 de noviembre de 2023
Franja de Gaza
El reloj ha dejado de funcionar, anunciando nuestra transición al mundo de lo desconocido.
Dejé mi casa en el norte de Gaza, en la zona de Salatin. Fue casi destruida. No sabemos qué ha pasado con ella. Nos movemos de una zona a otra para escapar con nuestros hijos; pero apenas se puede escapar del miedo y del infierno que ha descendido sobre la zona.
No hay agua ni luz ni nada de aire, excepto por el humo y el aire lleno de olor a muerte.
Esperamos durante horas sólo para conseguir una migaja de pan y algo de alimento no comestible.
El sonido de los aviones de combate y la artillería se ha convertido en algo habitual, pero lo más importante para nosotros es cómo escapar de los misiles que caen a nuestro lado cada segundo. Al desplazarme de una zona a otra soy testigo de una vida de miedo y miseria en las caras de los niños. Ya ni siquiera podemos identificar ni siquiera las caras de los adultos.
Los que hemos dejado nuestro hogar tenemos un destino desconocido. Ya no hay diferencia entre ricos y pobres en Gaza. Todos se han vuelto indigentes tras perderlo todo.
Apenas tengo unos minutos de conexión a Internet para enviar los archivos sobre las violaciones y crímenes diarios cometidos por las fuerzas israelíes.
Este es mi testimonio de la realidad que vivimos. Si es que seguimos vivos. Y si nos matan en algún momento, no olvidéis orar por nosotros. Orad por Gaza y su gente.
Que Dios tenga piedad y paz en Gaza.
Gaza, 8 de noviembre de 2023
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