Durante más de cinco décadas, desde que Israel ocupó Cisjordania y la Franja de Gaza de Palestina, el pueblo palestino ha experimentado continuos y repetidos traumas. Las necesidades humanitarias en Territorios Palestinos Ocupados están aumentando debido al desempleo generalizado, el declive económico y el reciente impacto de la pandemia de COVID-19.
En Cisjordania, continúan la represión y la discriminación sistemáticas por parte de las autoridades israelíes contra las y los palestinos, con demoliciones de viviendas, reubicaciones forzadas y un aumento de la violencia por parte de colonos israelíes.
Para muchas personas, tales experiencias tienen consecuencias a largo plazo, particularmente cuando se suman a un trauma preexistente de episodios anteriores de violencia y de la vida bajo la ocupación y el bloqueo.
Médicos Sin Fronteras brindamos servicios de salud mental a personas con problemas psicológicos que van de moderados o graves, y con trastornos psiquiátricos en Cisjordania y Gaza. Nuestros servicios incluyen una respuesta a los problemas de salud mental que son resultado específico de la violencia en Cisjordania.
El fotógrafo Alfredo Cáliz viajó por la Cisjordania ocupada para documentar las consecuencias de vivir bajo la ocupación. Sus fotos, presentadas en este artículo, se publicaron originalmente en el El País Semanal.
Raghda recibió tratamiento por parte de nuestra organización tras ser diagnosticada con trastorno de estrés postraumático. En 2013, poco después de que su casa estuviera terminada en H2, - un área de la ciudad de Hebrón bajo control militar israelí -, recibió una orden de demolición por parte del ejército israelí por una supuesta construcción ilegal.
Ella apeló la decisión, pero la orden sigue suspendida. Un año después, su hijo fue arrestado y pasó dos semanas en la cárcel tras estar involucrado en una pelea con un colono adolescente. Raghda dice que no pudieron visitar a su hijo mientras estaba encerrado. Finalmente, recuerda, el chico fue liberado después de que se le concediera la libertad bajo fianza y se le advirtiera que no se acercara a los colonos ni a los militares.
A lo largo de la adolescencia de su hijo, Raghda trató de mantenerlo fuera de las calles para protegerlo. En 2019, Raghda se dio cuenta de que necesitaba ayuda. “Todas las madres en Palestina viven en condiciones difíciles y nos hemos vuelto fuertes, pero a veces llegas al límite y necesitas ayuda”, dice. “Nuestra salud mental es la base para que sigamos siendo fuertes para quienes nos rodean”.
Nuestra traductora médica Yasmeen, abrazando a Raghda, expaciente de la clínica de salud mental de MSF en Hebrón.
Brindamos servicios de salud mental a hombres, mujeres, niñas y niños con problemas psicológicos moderados o graves y trastornos psiquiátricos en Cisjordania y Gaza. Nuestros servicios incluyen una respuesta a los problemas de salud mental que son un resultado específico de la violencia en Cisjordania.
El 1 de enero de 2021, Haroon sobrevivió a un disparo en el cuello por parte de un soldado israelí. La bala dañó su médula espinal y quedó tetrapléjico.
Haroon y su familia viven en Masafer Yatta, en el sur de Hebrón, un área desértica tradicionalmente beduina que forma parte del Área C, el 60% del territorio de Cisjordania que quedó bajo el control exclusivo de Israel con los Acuerdos de Oslo de 1993, y donde las y los palestinos corren el riesgo de ser desalojados de sus aldeas. Haroon fue hospitalizado primero en Hebrón y luego en Tel Aviv.
Una asociación de kibutz lo ayudó con los gastos médicos. Farisah, su madre, recibe apoyo psicológico en nuestra clínica en Hebrón. “Tengo que mantenerme entera”, dice. “Si me debilito, mi familia se debilita, y es mi deber cuidar a Haroon”.
En 2021, Israel demolió 199 casas palestinas en Cisjordania, según la ONG israelí de derechos humanos B'Tselem. Nejmeh Nawajaa era la propietaria de una de estas casas demolidas. Recibió nuestro apoyo en salud mental. "Me siento miserable pero fuerte", dice. "Seguiré aquí aunque solo tenga un paraguas para cubrirme".
Cuando Shadi estaba en prisión, fue torturado. En 2019, deprimido y enojado, buscó nuestro apoyo en salud mental. "En esta tierra, es demasiado difícil amar y demasiado fácil odiar", dice. “No me sentía integrado en la sociedad, siempre estaba ansioso, no quería seguir viviendo”, afirma.
Después de 18 meses de apoyo psicológico, la salud mental de Shadi ha mejorado y recientemente se convirtió en padre. "He empujado los recuerdos que me atormentaban a un rincón", concluye.
Randa vive en el área H2 de Cisjordania, controlada por Israel. "Vivimos con miedo y nos afecta a todos psicológicamente", dice. Ella informa sobre repetidos ataques de colonos radicales. Una de sus hijas recibe nuestro tratamiento por ansiedad.
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Informació enviada per Metges Sense Fronteres a Las afueras.