Mientras lees esto, activistas de Greenpeace están protestando contra la guerra y denunciando que el gas que entra por el puerto de Bilbao financia la guerra de Ucrania.
A bordo de varias embarcaciones, los activistas exhiben pancartas con los mensajes ‘El gas financia la guerra’ y ‘No a la guerra’ frente al buque Nikolái Urvántsey, mientras descarga en el puerto de Bilbao 160.000 m3 de gas fósil procedente de Siberia.
Con esta acción, queremos recordar que la única solución es el fin inmediato de la guerra y acabar con nuestra dependencia del petróleo y el gas, que financian la maquinaria bélica de Putin. Aunque esta vez la guerra no sea por su control, son estos los que literalmente alimentan la guerra, pues el 40% del PIB de Rusia procede de la exportación de combustibles fósiles y su gobierno utiliza como arma la dependencia energética de Europa.
Ya hace dos semanas del inicio de la invasión del ejército ruso contra Ucrania, y hoy más que nunca resulta imprescindible centrarnos en reducir la demanda de energía y acelerar las energías renovables para ayudar a reducir las importaciones de gas ruso y también de petróleo, carbón y uranio en la Unión Europea.
Estamos en mitad de una crisis de precios de la energía, con elevadas tarifas de la electricidad —marcadas fundamentalmente por los altos precios del gas— que ponen en situación de vulnerabilidad a millones de personas. Desde Greenpeace reclamamos una reforma inmediata del mercado eléctrico para que los precios de las energías renovables, que son los más baratos, se vean reflejados en la factura.
Además, bajo ninguna circunstancia la energía nuclear podría ser una alternativa viable al gas, como está demostrando la propia guerra de Ucrania, ya que otra grave dimensión energética de este conflicto es el peligro nuclear.
Los 15 reactores nucleares de Ucrania dedicados a la generación eléctrica, entre ellos la planta de Zaporiyia, la más grande de Europa, están en riesgo de sufrir daños potencialmente catastróficos que podrían dejar parte del continente europeo, incluida Rusia, inhabitable durante décadas. La central nuclear de Chernóbil, que fue devastada por el catastrófico accidente de 1986 y ahora está en manos de las tropas rusas, ha sufrido un corte del suministro eléctrico que podría suponer una fuga radiactiva. Parece que no hemos aprendido nada.
Desde Greenpeace vamos a seguir reclamando al Gobierno de España que ponga en marcha una transición energética justa y segura para todas las personas. No podemos seguir dependiendo de combustibles fósiles que alimentan conflictos y provocan la crisis climática. ¡Di "basta de combustibles fósiles que financian guerras"! >>
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