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Diumenge, 24 Novembre 2024

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ESCLAVITUD MODERNA: MITOS Y REALIDADES

La esclavitud moderna está presente en todas partes, pero pasa desapercibida para la mayoría de las personas. Aquí algunos de los mitos que la rodean.

MITO: LA ESCLAVITUD PERTENECE AL PASADO

REALIDAD: No es así. La esclavitud tiene raíces antiguas en la historia pero aún existe de muchas formas diferentes. La trata de seres humanos, la servidumbre por deudas y el trabajo doméstico forzoso son sólo algunos ejemplos. Pero esto no significa que es inevitable. Un esfuerzo coordinado de los gobiernos y los activistas en todo el mundo puede poner fin a la esclavitud moderna de una vez por todas. De esto  trata el Protocolo sobre el trabajo forzoso de la OIT.

El Protocolo reafirma la definición de trabajo forzoso u obligatorio contenida en el Convenio 29, artículo. 2: ‘la expresión trabajo forzoso u obligatorio designa todo trabajo o servicio exigido a un individuo bajo la amenaza de una pena cualquiera y para el cual dicho individuo no se ofrece voluntariamente.’   Y contempla la relación con la trata, a la que hace referencia en su artículo 1.3 cuando afirma que: ‘las medidas mencionadas en el presente Protocolo deberán incluir actividades específicas para luchar contra la trata de personas con fines de trabajo forzoso u obligatorio.’

MITO: SON RELATIVAMENTE POCAS LAS VÍCTIMAS DE LA ESCLAVITUD MODERNA

REALIDAD: Hoy día hay más personas en situación de esclavitud que en cualquier otro período de la historia. Más de 25 millones de mujeres, hombres y niños viven en condiciones de esclavitud, es decir, 3 de cada 1.000 personas en el mundo. Si todos ellos viviesen en la misma ciudad, sería la cuarta ciudad más grande del mundo después de Pekín.

Fuentes:

MITO: LA ESCLAVITUD MODERNA EXISTE SÓLO EN EL MUNDO EN DESARROLLO.

REALIDAD: La esclavitud moderna está presente en todas partes. Más de un millón y medio de personas viven en condiciones similares a la esclavitud en Europa, América del Norte, Japón y Australia.

Fuentes:

MITO: LA EXPLOTACIÓN CON FINES SEXUALES REPRESENTA LA MAYORÍA DE LOS CASOS DE ESCLAVITUD MODERNA.

REALIDAD: Alrededor de una de cada cinco es víctima de la explotación sexual. La mayoría de las personas víctimas de la esclavitud trabajan en industrias como la agricultura, la pesca, la construcción, la manufactura, la minería, los servicios y el trabajo doméstico.

MITO: LA ESCLAVITUD MODERNA NO PRODUCE GRANDES GANANCIAS

REALIDAD: La esclavitud moderna es un gran negocio. Un estudio de la OIT estima que la esclavitud moderna genera ganancias anuales de más de 150.000 millones de dólares, lo cual equivale a la suma de las ganancias de las cuatro empresas más rentables del mundo.

Fuentes:

MITO: LA ESCLAVITUD MODERNA NO ME CONCIERNE

REALIDAD: La esclavitud moderna nos afecta a todos. Aunque no seas víctima de la esclavitud moderna, este es un tema que te afecta. Por ejemplo, las empresas enfrentan una competencia desleal por parte de las empresas sin escrúpulos, que se benefician de las ganancias de la esclavitud moderna. Estas pueden ejercer presión sobre los salarios o las prestaciones. Además, los gobiernos pierden valiosos ingresos provenientes de los impuestos y tienen que enfrentar enormes costos legales para enjuiciar los casos de esclavitud moderna y estos recursos podrían ser invertidos en servicios públicos como educación, atención médica o transporte público.

 

MITO: LA MAYORÍA DE LAS GANANCIAS DE LA ESCLAVITUD MODERNA SE GENERAN EN EL MUNDO EN DESARROLLO.

REALIDAD: Las ganancias anuales por víctima de trabajo forzoso son mucho más altas en las economías desarrolladas y en la Unión Europea que en ninguna otra parte del mundo.

Fuentes:

MITO: NO ES MUCHO LO QUE PUEDO HACER PARA AYUDAR A LAS PERSONAS VÍCTIMAS DE LA ESCLAVITUD MODERNA.

REALIDAD: Puedes contribuir a la lucha contra la esclavitud moderna. Corresponde a los gobiernos promulgar y aplicar la legislación, proteger a sus ciudadanos y ratificar el Protocolo. Pero tú puedes velar para que esto suceda demostrando tu interés.

  1. Inscríbete para participar en la campaña 50 for Freedom.
  2. Invita al menos a dos amigos a que participen.
  3. Pide a tus representantes políticos que apoyen el Protocolo sobre el trabajo forzoso.

Consulta nuestra guía práctica de la campaña para descubrir cómo puedes ayudar.

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En 2022, seguimos lidiando con los desafíos sin precedentes de la pandemia de Covid-19. El impacto de esta crisis es aún más importante en las personas más vulnerables y es probable que alimente un aumento del trabajo forzoso y del trabajo infantil.

Más allá de estas estadísticas, los retos a los que se enfrentan las víctimas son reales. Le invitamos a descubrir las dificultades de las víctimas de la trata de seres humanos para acceder a la justicia. Documentar estas situaciones no está exento de peligro: conozca a algunos periodistas apasionados que hablan de cómo informar sobre el trabajo forzoso no es una labor fácil.

Pero terminemos con algunas notas positivas:


¡Más noticias en Twitter y Facebook!

¡Con nuestros mejores deseos para el nuevo año!

Aurélie y Lucie
El equipo de 50 for Freedom

El nuevo informe de la OIT demuestra cómo la crisis está afectando especialmente a los derechos laborales fundamentales de las personas más vulnerables y menos protegidas. Nos reunimos con el autor del informe, Scott Lyon, investigador de la OIT, especialista en trabajo infantil y trabajo forzoso, para hablar en particular del efecto de la crisis en el trabajo forzoso.

50 for Freedom (50FF): ¿Quiénes son las personas más afectadas por las consecuencias de la crisis de la COVID-19 desde el punto de vista social y económico?

Scott Lyon (SL): Es evidente que los efectos adversos de la crisis no se distribuyen de forma equitativa. Quienes más afectados se ven son los grupos que ya se encontraban en situación de vulnerabilidad socioeconómica al estallar la crisis; en particular, los cientos de millones de trabajadores de todo el mundo que se ganan la vida en la economía informal, sin protección ni representación social, cuyos ingresos han disminuido o desaparecido por completo a consecuencia de la pandemia. Los grupos que ya sufren discriminación en el empleo, como las mujeres, las minorías étnicas y los pueblos indígenas y tribales, también se han visto demasiado afectados en muchas circunstancias, pues suelen tener empleos inseguros en la economía informal. Todos estos trabajadores corren mayor riesgo de ser despedidos en caso de disminución de la demanda, y no suelen disponer de ahorros a los que recurrir.

Otro grupo perjudicado por la crisis de COVID-19 es el de los trabajadores inmigrantes. Son una de las principales víctimas de la estigmatización y la búsqueda de chivos expiatorios asociados al virus, y también se encuentran entre los excesivamente perjudicados por el desempleo o por la degradación de las condiciones de trabajo. Por otra parte, en muchos países se les priva del amparo de la legislación laboral de la que gozan los trabajadores locales, y se les excluye de las medidas de políticas diseñadas para ayudar a los trabajadores a hacer frente a la pandemia.

 

50FF: ¿Sabemos cuál ha sido el efecto de la pandemia en el trabajo forzoso hasta ahora?

SL: Hay efectos de diferentes tipos. En primer lugar, se sabe que las personas en situación de vulnerabilidad socioeconómica y sin opciones alternativas de supervivencia o mecanismos para afrontar la situación corren más riesgo de ser víctimas de trabajo forzoso. También se sabe que la vulnerabilidad socioeconómica se ha disparado debido a la crisis por la COVID-19.

La servidumbre por deudas, en particular, está asociada a los más vulnerables: algunos trabajadores repentinamente desempleados, con necesidad urgente de fondos para la supervivencia del hogar y sin acceso a otras formas de crédito, deben recurrir a prestamistas leoninos para obtener préstamos.

En segundo lugar, la crisis está provocando un deterioro de las condiciones de trabajo, que ya de por sí son de explotación, de modo que los trabajadores se ven empujados a un proceso que deriva en el trabajo forzoso y la trata de personas. Es probable que la agitación económica asociada a la crisis de COVID-19 también esté aumentando la demanda y las oportunidades de trabajo forzoso. Se corre el riesgo, por ejemplo, de que haya empresas que, agobiadas por las dificultades financieras acarreadas por la crisis, relajen sus estándares laborales o se vean empujadas a la economía informal, donde es más fácil que arraigue el trabajo forzoso.

En tercer lugar, la crisis de la COVID-19 está afectando la capacidad de los actores estatales y no estatales de proporcionar apoyo y protección a los supervivientes, ya que los recursos y la atención de los actores de primera línea se centran en la respuesta a la pandemia.

50FF: ¿Podemos cuantificar este efecto?

SL: Aunque los datos anecdóticos y la información local alimentan los temores de un aumento de las cifras de trabajo forzoso, todavía no se han realizado encuestas nacionales desde el estallido de la pandemia. Por lo tanto, no es posible cuantificar el efecto de la pandemia en el trabajo forzoso en términos precisos. Es obvio que la falta de cifras exactas no debe ser una excusa para la inacción. Lo que sí sabemos con certeza es que el riesgo de trabajo forzoso ha aumentado drásticamente, y que se necesitan medidas urgentes a múltiples niveles para mitigar este riesgo mayor.

50FF: ¿Qué implica ello en términos de respuesta política a la crisis?

SL: Gran parte de la respuesta consiste en velar por que las consideraciones sobre el trabajo forzoso se integren y se prioricen en las respuestas más generales a la crisis y en las iniciativas de reconstrucción ulterior. Por ejemplo, ampliando la protección social y el apoyo a los ingresos para limitar la susceptibilidad a la servidumbre por deudas; reforzando la capacidad de las inspecciones del trabajo para que supervisen con una actitud previsora y estratégica los sectores con alto riesgo de trabajo infantil, trabajo forzoso y otras violaciones de los derechos humanos; relanzando las iniciativas destinadas a crear estructuras de representación colectiva de los trabajadores y a hacerlas extensivas a los trabajadores de la economía informal; y velando por que los pagos públicos adaptados de ayuda a la solvencia de las empresas no excluyan a las microempresas y pequeñas empresas informales que operan en los niveles inferiores de las cadenas de suministro y que han sido devastadas por la crisis y que, por lo tanto, son las más susceptibles de ser caldo de cultivo del trabajo forzoso. Estas medidas vitales en la fase aguda de la crisis, también revisten importancia a largo plazo, ya que abordan algunas de las causas fundamentales del trabajo forzoso y protegen a los grupos más vulnerables.

50FF: El informe trata el efecto de la COVID-19 en todos los principios y derechos fundamentales en el trabajo: la ausencia de trabajo forzoso, pero también el derecho a organizarse y negociar colectivamente, la ausencia de trabajo infantil y la ausencia de discriminación en el empleo y la ocupación. ¿Por qué estos derechos fundamentales deben formar parte de la esencia de la respuesta posterior a la crisis de la COVID?

SL: Son derechos humanos universales e inalienables, pero también son propiciadores esenciales del trabajo decente y la justicia social. Son el punto de partida de un círculo virtuoso de diálogo social efectivo, mejores ingresos y condiciones para trabajadores y empleadores, y la formalización de la economía informal.

El informe subraya que no dejar a nadie atrás –el llamamiento general de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible– significa poner los derechos de los más vulnerables en la esencia de la respuesta a la COVID-19 en el mundo del trabajo.

Lea el informe completo aquí y las preguntas y respuestas aquí (en inglés).

¿Cuáles son las enseñanzas clave extraídas del informe de la OIT?

El informe pone de relieve que los principios y derechos fundamentales en el trabajo – la libertad sindical y de asociación y el derecho de negociación colectiva, y el derecho a estar libre de trabajo forzoso, trabajo infantil, y discriminación en el empleo y la ocupación – no sólo corren un mayor peligro debido a la crisis, sino que también constituyen las bases para reconstruir un mundo mejor y más justo después de la misma.

El informe demuestra que la crisis está afectando particularmente los derechos laborales fundamentales de quienes ya pertenecen a los sectores más vulnerables y menos protegidos de la sociedad, incluidos los pobres y las personas socialmente excluidas, los trabajadores y productores de la economía informal, los trabajadores migrantes, las personas objeto de discriminación y quienes viven en contextos de fragilidad, conflicto y desastres naturales recurrentes. Subraya que no dejar a nadie atrás – el llamamiento general de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible – significa poner los derechos de las personas más vulnerables en el centro de la respuesta a la crisis causada por la COVID-19 en el mundo del trabajo.

¿Cómo está afectando la crisis de la COVID-19 a los derechos de sindicación y de negociación colectiva?

En algunos contextos, los derechos laborales, incluidos los derechos de sindicación y de negociación colectiva, se han visto sometidos a presión como parte de las respuestas gubernamentales generales a la crisis. Además, a medida que más trabajadores y empresas se ven arrastrados a la economía informal como consecuencia de la crisis, su capacidad para organizarse y ejercer su voz colectiva probablemente siga disminuyendo.

¿Cuál es la respuesta de la OIT a los informes de que la crisis está siendo utilizada por algunos gobiernos como pretexto para hacer retroceder los derechos sindicales?

La OIT ha subrayado que cualquier enmienda relativa a los derechos sindicales y a las relaciones laborales debería basarse en una consulta tripartita previa y significativa en la que participen los gobiernos y las organizaciones de empleadores y de trabajadores, y que cumpla las normas internacionales del trabajo, en particular las normas fundamentales.

¿Cuánto han aumentado el trabajo infantil y el trabajo forzoso, en términos numéricos, como consecuencia de la crisis?

Si bien un creciente número de datos empíricos y estudios locales están alimentando los temores de que aumente el número de víctimas de trabajo infantil y de trabajo forzoso, aún no se han realizado encuestas nacionalmente representativas desde el inicio de la pandemia. Por lo tanto, no es posible cuantificar el impacto de la pandemia en términos precisos.

¿Cómo está afectando la crisis de la COVID-19 al riesgo de trabajo infantil?

La crisis está afectando al riesgo de trabajo infantil de varias maneras. En primer lugar y ante todo, el fuerte aumento de la vulnerabilidad socioeconómica debido a la pérdida de empleos sin precedentes, la interrupción de los flujos de remesas, los gastos sanitarios repentinos y exorbitantes, y otras conmociones derivadas directa o indirectamente de la pandemia, han alimentado los temores de que las familias se vean obligadas a recurrir al trabajo infantil como estrategia de supervivencia.

Al mismo tiempo, la escolarización de millones de niños de familias vulnerables se ha interrumpido o ya no puede costearse, lo que aumenta el riesgo de trabajo infantil.

También es probable que la crisis dé lugar a que algunos niños asuman las funciones laborales de los padres o de otros trabajadores adultos, por ejemplo, en los casos en que los adultos que son el sostén de la familia caen enfermos o en que las restricciones a la libertad de circulación de los trabajadores están acarreando una escasez de mano de obra local.

Más en general, la experiencia respecto a crisis anteriores indica que un aumento de la informalidad puede crear nueva demanda de trabajo infantil, ya que el nivel más bajo de calificaciones y la naturaleza no regulada de la economía informal fomentan la utilización de niños en la producción económica.

¿Cómo está afectando la crisis de la COVID-19 al riesgo de trabajo forzoso?

Una vez más, existen múltiples maneras. A diferencia del trabajo infantil, sabemos que el trabajo forzoso se ve impulsado en gran parte por la vulnerabilidad socioeconómica y la falta de opciones alternativas de supervivencia y de mecanismos para sobrellevar la situación, y que la vulnerabilidad socioeconómica ha aumentado enormemente debido a la crisis de la COVID-19.

La servidumbre por deudas en particular es un motivo de preocupación en contextos de mayor vulnerabilidad socioeconómica, ya que los trabajadores que han perdido repentinamente sus empleos y necesitan urgentemente fondos para asegurar la supervivencia de sus hogares, y no pueden acceder a otras formas de crédito, deben recurrir a prestamistas abusivos para obtenerlos.

La crisis también está conduciendo a un deterioro de las condiciones de trabajo que ya son abusivas, haciendo avanzar a los trabajadores en el continuo de abusos que conduce al trabajo forzoso y a la trata.

Los trabajadores migrantes abandonados en circunstancias precarias y los trabajadores domésticos, la mayoría de los cuales son mujeres, se cuentan entre los muchos grupos de trabajadores que se hallan en situaciones de mayor riesgo como consecuencia de la pandemia. La agitación económica asociada con la crisis de la COVID-19 probablemente cree también más demanda y más oportunidades de trabajo forzoso.

Existe el riesgo, por ejemplo, de que algunas empresas, abrumadas por las dificultades financieras asociadas con la crisis, empiecen a aplicar las normas del trabajo con menos rigor o se vean arrastradas a la economía informal, donde es más fácil que arraigue el trabajo forzoso.

La crisis de la COVID-19 también está socavando la capacidad de los actores estatales y no estatales para proporcionar apoyo y protección a los supervivientes, dado que los recursos y la atención de los actores que están en primera línea se desvían para centrarse en la respuesta a la pandemia.

¿Cómo está afectando la crisis a la discriminación en el mundo del trabajo?

La crisis de la COVID-19 ha puesto de manifiesto los efectos de la discriminación generalizada en la sociedad y en el mundo del trabajo.

Los datos generados hasta la fecha muestran claramente la situación –los grupos que se enfrentan a la discriminación, incluidas las mujeres; los migrantes, en particular los migrantes irregulares; los pueblos indígenas y tribales; las personas con discapacidad; las personas que viven con el VIH y la comunidad LGBTIQ+ están viéndose particularmente afectados.

El pánico y el temor públicos al contagio por el virus de la COVID-19 han generado su propia ola de estigma, xenofobia, racismo e intolerancia, que está hallando su expresión en el mundo del trabajo.

En efecto, hay cada vez más informes de violencia y acoso en el lugar de trabajo por motivos raciales y de otro tipo directamente vinculados con el temor al virus. Por supuesto, estas reacciones negativas no son un fenómeno separado, sino que están estrechamente vinculadas con los patrones más amplios de discriminación preexistentes en el lugar de trabajo y la sociedad, y refuerzan dichos patrones.

Estos patrones ya están amenazando los progresos, de por sí lentos, en la lucha contra la discriminación en el empleo y la ocupación, en particular en la reducción de las brechas de género en la participación de la fuerza de trabajo y los salarios, y en la promoción más amplia de la igualdad de género.

¿Cuáles son algunas de las prioridades de política clave identificadas en el informe?

En términos generales, el informe pone de relieve la necesidad apremiante de salvaguardar los derechos humanos fundamentales en el trabajo en este momento crítico, y de extender estos derechos a los grupos de trabajadores a los que se brindan protecciones inadecuadas, o ninguna, en la legislación y en la práctica. Las respuestas de política deben reconocer la naturaleza interrelacionada y de refuerzo mutuo de los principios y derechos fundamentales en el trabajo y, partiendo de esto, la necesidad de enfoques integrados para abordarlos. Las violaciones de los principios y derechos fundamentales en el trabajo y la informalidad están estrechamente relacionados, y las respuestas de política también deberían estar directamente vinculadas, y formar parte, de los esfuerzos más amplios encaminados a lograr la transición a la formalidad y a prevenir la informalidad.

¿Cuál es la pertinencia de la libertad sindical y de asociación y de la negociación colectiva para la respuesta más amplia a la crisis?

La experiencia de la crisis hasta ahora ha puesto de relieve la importancia de la libertad sindical y de asociación y el derecho de negociación colectiva para facilitar respuestas equitativas y consensuadas a la crisis causada por la pandemia de la COVID-19.

En un número creciente de casos, los empleadores y los trabajadores están negociando medidas para mitigar o limitar las consecuencias de la crisis en la salud, los empleos y los ingresos, y para apoyar la recuperación.

Es fundamental que los derechos de libertad sindical y de asociación y de negociación colectiva se extiendan y vengan acompañados de marcos institucionales apropiados para asegurar y salvaguardar su realización efectiva.

La crisis también ha puesto de relieve la necesidad de corregir la falta de acceso a la representación a la que se enfrentan muchos trabajadores en situaciones de vulnerabilidad – ante todo, aquellos de la economía informal

¿Cómo podemos salvaguardar los progresos en la lucha contra la discriminación en el mundo del trabajo durante y después de la crisis?

La crisis no debe ser un pretexto para hacer retroceder o retrasar los progresos en lo que respecta a la igualdad y la no discriminación en el mundo del trabajo, sino más bien una oportunidad para acelerar los progresos en lo tocante a estas cuestiones.

No dejar a nadie atrás y reconstruir mejor requiere integrar los principios de no discriminación y de inclusividad en todas las fases de la respuesta a la pandemia.

A corto plazo, esto significa velar por que todos los trabajadores, incluidos los pertenecientes a grupos discriminados, tengan igual acceso a las medidas preventivas de seguridad y salud y a los servicios de salud, y a programas que permitan asegurar sus medios de vida, como el apoyo en especie y el apoyo a los ingresos.

Las desigualdades de género han pasado a primer plano durante la crisis, poniendo de relieve la urgencia de seguir avanzando para garantizar la igualdad de acceso de las mujeres al empleo y la ocupación. La mejora de las condiciones de trabajo, en particular a través de la igualdad de remuneración por un trabajo de igual valor y de la realización de los derechos de representación, en los servicios esenciales de atención, en los que predominan las mujeres, es una prioridad apremiante derivada de la pandemia.

A medida que las economías se reabran y que la demanda aumente, la legislación y las medidas de política para garantizar prácticas de contratación no discriminatorias serán otra prioridad importante. La ola de estigma, xenofobia, desinformación y temor que acompaña la crisis ha puesto de relieve la necesidad de realizar campañas de información y de sensibilización pública precisas, claras, y basadas en pruebas.

¿Cuáles son algunas de las prioridades clave para afrontar el mayor riesgo de trabajo infantil y de trabajo forzoso a raíz de la crisis?

Una gran parte de la respuesta radica en asegurar que las cuestiones relativas al trabajo infantil y al trabajo forzoso se “integren” y se prioricen en las respuestas más amplias a la crisis y en los esfuerzos de reconstrucción con posterioridad a la misma.

Las medidas más amplias vinculadas con la protección social y el apoyo a los ingresos deberían conceder prioridad a las personas y familias en situaciones de gran vulnerabilidad, prevenir el recurso al trabajo infantil, y limitar la propensión a la servidumbre por deudas y a otras formas de trabajo forzoso.

De manera análoga, los esfuerzos más amplios para salvaguardar la educación de los niños ante el cierre generalizado de las escuelas deberían conceder prioridad al acceso a soluciones de aprendizaje a distancia que impliquen pocos recursos tecnológicos o ninguno para los niños de familias vulnerables, a fin de mitigar el riesgo de un aumento del trabajo infantil y de ayudar a garantizar la reincorporación de los niños a la escuela tras su reapertura.

Las medidas más amplias para restablecer o reforzar los servicios de inspección del trabajo deberían conceder prioridad a la capacidad para supervisar de forma proactiva y estratégica los sectores de alto riesgo de trabajo infantil, de trabajo forzoso y de otras violaciones de los derechos humanos.

Los esfuerzos de debida diligencia realizados actualmente por las empresas deberían centrarse ante todo en las microempresas y pequeñas empresas del sector informal que despliegan su actividad en los niveles más bajos de las cadenas de suministro, en los que los riesgos de vulneración de los derechos humanos son más pronunciados, y en los que los efectos de la crisis han sido en muchos casos devastadores.

En las situaciones de conflicto y desastre, la integración de las cuestiones relativas al infantil y al trabajo forzoso en respuestas rápidas a la crisis es imperativa para evitar daños imprevistos. Esto exige una atención especial, por ejemplo, para garantizar que los contratos de adquisiciones no abran nuevas puertas al trabajo forzoso, que las medidas de subsistencia no creen una nueva demanda de trabajo infantil, y que los programas de apoyo al empleo y a los ingresos no refuercen la discriminación preexistente ni amplíen las brechas sociales.

Informació enviada per 50 for freedom a Las afueras.

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